lunes, 2 de abril de 2012

Hagamos vida el mensaje del Papa

Dios, a través del Papa Benedicto XVI, se hizo presente entre los mexicanos y vino a dejarnos un valioso mensaje, el cual debemos hacerlo vida, más allá de sentirnos alegres porque este Pontífice ya sea también (como el beato Juan Pablo II), un "Papa mexicano".

Te comparto esta reflexión que hice en "Contigo en la fe".
Hazme llegar tus comentarios.

Dios te bendiga.
Mons. Pedro Agustín


CUATRO BEATAS MEXICANAS


Mons. Pedro Agustín Rivera


Madre María Inés Teresa será la cuarta mujer mexicana beatificada. Una de ellas ya ha sido canonizada, se trata de Santa María de Jesús Sacramentado Venegas de la Torre. (1868–1959), religiosa y fundadora. Fue beatificada el 22 de noviembre de 1992 y canonizada el 21 de mayo del 2001.

La segunda beata mexicana es María Vicenta Chávez Orozco. (1867–1949), religiosa, fundadora de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, fue beatificada el 9 de noviembre de 1997.

La beata María Anastasia Guadalupe García Zavala (1878–1963), cofundadora de la Congregación Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres, fue beatificada el 25 de abril del 2004.

El Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Causa de los Santos, representante del Papa Benedicto XVI, en la ciudad de México, en la Basílica de Guadalupe, el 21 de abril del 2011, preside la Misa en la que la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento,misionera mexicana sin fronteras, mujer contemplativa en la acción y activa en la contemplación, es declarada BEATA DE LA IGLESIA CATÓLICA.

Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento
Beatificación: 21 de abril de 2012, I. N. Basílica de Guadalupe (11:00 hrs.)

Visita el Altar de Dolores, en la Antigua Basílica


ALEGRÍA Y TRISTEZA EN EL “ALTAR DE DOLORES”
del Templo Expiatorio a Cristo Rey, Antigua Basílica de Guadalupe

Permanecerá colocado hasta el 7 de abril

Siguiendo la tradición que se creó en la Nueva España desde el siglo XVII, el 6º Viernes de Cuaresma, se prepara un altar dedicado a la Santísima Virgen en su advocación de la Dolorosa, con una finalidad catequética y con la intención de los fieles de mitigar el dolor que experimentará la Virgen de María a lo largo de su vida, particularmente al pie de la Cruz de su Hijo, Jesucristo.

Cada elemento colocado en este altar tiene su importancia y simbolismo. En su conjunto pareciera un “incendio”, por lo que así también fueron conocidos los altares puestos en cada hogar.

Esta hermosa tradición de los Altares de Dolores pretende, con el brillo de las banderitas de oro, el juego de color del vidrio azogado de las esferas y el aroma de las flores, pretende conmover a quienes los contemplan y oran ante ellos. Así, a través de los sentidos de la vista y el olfato, se invita a la compasión y al compromiso de ser mejores, ante las aflicciones de la Virgen Santísima.

En la Colegiata de Guadalupe en el siglo XVIII, la Virgen de los Dolores tenía su altar permanente y durante su fiesta, todo el cabildo la celebraba con un oficio especial, que incluía la participación de su capilla musical, que entonaba es esa ocasión el Stabat Mater, que es el canto ofrecido en desagravio a este duro trance de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo.

El tradicional “Viernes de Dolores”, que se celebra el viernes anterior a la Semana Santa, era una oportunidad de oración y convivencia de los fieles que, desde muy temprano acudían por el “Canal de la Viga” a “Jamaica de las flores” a comprar las flores frescas para sus altares domésticos. Las tardes eran ocupadas para recorrer los diferentes barrios de la Ciudad de México, haciendo visitas y realizando oraciones piadosas en los diferentes hogares donde se había levantado un “incendio”. De ahí surge una expresión propia de estos altares. Cuando la gente llegaba a las casas preguntaba "¿Lloró la Virgen?" y las personas de la casa contestaban "Sí, sí lloró", y daban a los visitantes un vaso de agua fresca para aliviar el calor de la primavera. Las lágrimas que para algunos son amargas y para otros simplemente saladas, no pueden ser desagradables tratándose de las de la Madre de Cristo, por lo que se ofrecía agua de limón y de chía.

En el “Altar de Dolores”, se conjugan la alegría y la tristeza, por ser de un ambiente festivo sin perder la sobriedad y penitencia que la Cuaresma impone.
La costumbre del Altar de Dolores, era también una oportunidad para que amigos y extraños convivieran amistosamente, pues a todos se les recibía con el mismo agrado. La familia entera solía rezar el Rosario a una hora determinada y a ese homenaje piadoso se unían los visitantes. Esta tradición extendida en varios estados de nuestro país tomó diferentes matices regionales, por lo que, no todos los altares son iguales ni tienen los mismos elementos.

DESCRIPCIÓN DEL ALTAR DE DOLORES DEL TEMPLO EXPIATORIO A CRISTO REY, que se montó al estilo propio de la capital de la Nueva España.

Los elementos que lo componen son los siguientes:

En la parte superior del altar se encuentra una representación del grabado de Cristo en la Cruz, que tomara San Alfonso María Ligorio, como fuente de inspiración para la meditación de su Viacrucis. Mostrando la importancia del misterio de la redención humana, presenta a Jesucristo descarnado. De sus cinco llagas salen flechas que nos recuerdan su gran Amor y que provocan heridas de amor en el corazón de quien lo contempla, como lo dijera la doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Ávila.

Debajo de esta escena, se encuentra la imagen de la Virgen María, firme al pie de la Cruz, con sus manos entrelazadas en señal de angustia, con un pañuelo para enjugar sus lágrimas por los pecados de la humanidad. En su pecho hay siete flechas recordando que ella fue la primera en ser “herida” por las flechas del Amor de Jesús. Dolor y amor que alcanzan la redención del ser humano. Esta representación la encontramos en iconos bizantinos de la Dolorosa, que no ponen espadas o dagas, si no flechas. La imagen está vestida al modo de la Virgen de la Soledad.

Debajo de la Dolorosa, en siete niveles, se colocaron cirios en candeleros ostentosos que nos llevan al recuerdo de sus sufrimientos y al contemplar el “corazón atravesado por siete espadas”.

“Este corazón”, está elaborado de manera artesanal con semillas, siguiendo la tradición de ofrecer a la Virgen la gran variedad de semillas que se iban a sembrar y las que se habían cosechado.

Los llamados “Dolores de la Virgen María son:

1. La presentación del Niño Jesús en el Templo. 2. La huida a Egipto. 3. El Niño perdido y hallado en el Templo. 4. El encuentro de la Virgen María, con su Hijo, en el camino al Calvario. 5. La muerte de Jesús en la Cruz. 6. Jesús, bajado de la Cruz y depositado en los brazos de su Madre. 7. La sepultura de Jesús y la soledad de la Virgen María.
Rodeando el altar, hay veladoras, elemento primordial, ya que su luz, al llegar a las esferas e iluminar las banderas de hoja de oro, hace que parezca que hay “un incendio” en el lugar.
Las banderas de hoja de oro, insertadas en naranjas, nos recuerdan el corazón de María atravesado por las espadas. La hoja de oro, con el calor de las velas produce destellos y sonidos como el crepitar de la leña en la hoguera, que se unen al murmullo permanente de los fieles en oración continua, ante el altar.
La alfombra de aserrín, procura imitar las ricas alfombras de las casas adineradas y se coloca para simbolizar el deseo de suavizar el camino de Jesús y de la Virgen María hacia el Calvario.

Los diferentes botellones con agua nos recuerdan las lágrimas vertidas por la Santísima Virgen.

El agua utilizada para la germinación del trigo y otras semillas nos recuerda las “lágrimas de la Virgen” y los gérmenes colocados en macetas y “animalitos de barro”, la materia para el Pan Eucarístico. Estos granos germinados, que mueren para dar vida, simbolizan a Cristo que muere y resucita para que los hombres tengamos Vida Nueva y alcancemos la Vida Eterna.

Las familias de escasos recursos suplían los encajes, calados y blondas con el famoso “papel picado” de china, de diversos colores. El trabajo de papel picado era, y sigue siendo, un reto para la imaginación de los artistas populares.

Los ángeles pasionarios que acompañan a la Virgen, nos muestran los elementos utilizados en la pasión de nuestro Señor: los flagelos, la columna, los clavos, la corona de espinas, la lanza, la esponja, la túnica, los dados, el cartel de INRI, el martillo y las pinzas, las monedas, etc.

Nosotros nos unimos a través de este altar a Jesucristo en su pasión, en su Cruz y en su resurrección, acompañando a la Virgen María, Madre suya y nuestra, como  expresión de compasión y solidaridad con Ella y con su Hijo, como manifestación de gratitud y solicitud para que siempre nos acompañe en nuestras penas, con la  intención de separarnos del pecado y vivir siempre como hermanos, bajo la mirada compasiva de nuestra Madre del Cielo.