jueves, 8 de septiembre de 2011

Meditación del 9 de septiembre del 2011

11-09-09. VIERNES.
Lc 6, 39-42.

PARA QUITAR LA VIGA DE NUESTROS OJOS

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 6, 39-42. En aquel tiempo propuso Jesús a sus discípulos esta parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es superior a su maestro, pero, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la paja que llevas en el ojo”, cuando no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano».

LEER. Recordamos que Jesús en sus enseñanzas utiliza “parábolas” (ejemplos, comparaciones) para hacer más accesible su mensaje e “hipérboles” (expresiones exageradas) para que lo que dice quede grabado por mayor tiempo en la mente de quien le escucha y le quiere seguir. Las parábolas del texto que meditamos, son “el ciego que guía a otro ciego” y el “proceso de aprendizaje”. Las hipérboles son “la viga en el ojo” y la expresión “hipócrita”. Esta palabra que resulta bastante dura, se puede entender como una hipérbole porque invita a revisar y a cambiar lo que impide que el mensaje del Señor Jesús, transforme nuestro corazón. La “Buena Nueva” de Jesús, al impactar en la mente y el corazón del que le escucha, ha de suscitar un proceso de cambio, para aprender a ser libre, no sólo para juzgar su entorno, sino para entrar en contacto con Dios, consigo mismo y para ser feliz.

MEDITAR: La palabra “hipocresía” que era utilizada en el teatro griego como sinónimo de actuación, por su etimología se puede definir como “criticar por abajo”. Se aplica a la persona que intencionalmente finge sentimientos que no tiene o expresa ideales que no sigue, con la intención de hacer un mal y mañosamente presentarse para alcanzar sus intereses personales o grupales, contrarios al bien común, a la verdad y a la justicia.

Desde la visión anterior, el término “hipócrita”, no necesariamente se ha de aplicar a todas las personas, pues muchas veces, nosotros mismos, no expresamos todo lo que somos por inconsistencias en nuestra personalidad, debilidad de carácter, por miedo a que se nos haga daño, por prudencia para no ocasionar un mal a otros o incluso por el derecho que todos tenemos de guardar nuestra interioridad y expresarla sólo a quien consideramos adecuado hacerlo.

Dicen que “Todo es del color del vidrio con el que se mira” y si yo no me miro a mí mismo a través del vidrio de amor de Dios y a través de Él no veo a las personas y a los acontecimientos, puedo tener una mirada muy gris y distorsionada de mí, de los demás y de lo que sucede a mi alrededor. Jesús, Sanador y Salvador de mi persona, es el “colirio” que puede quitarme la viga de malas experiencias, traumas, complejos, miedos, celos, egoísmos, con los que juzgo todo, incluso a Dios y que me impiden ser feliz.

Los psicólogos y los expertos del desarrollo humano, de muchas maneras nos hablan de la importancia de revisar las “ideas”, “paradigmas”, “parámetros” y “programaciones mentales” que tenemos, para desechar los que son negativos, acrecentar los positivos y caminar sin el lastre de visiones negativas sobre nuestra persona y nuestro pasado. Los esfuerzos que realicemos, desde el campo humano para cambiar nuestras formas de pensar, sentir, juzgar y actuar de manera positiva, serán buenos, pero serán más eficaces si los hacemos bajo la mirada amorosa de Dios.

ORAR: Señor, Tú sabes que muchas de mis reacciones proceden, “no de mi hipocresía” sino de mi incapacidad de amar a causa de infinidad de experiencias y recuerdos negativos que llevo en mi corazón, por eso hoy, Jesús, te nombro Señor de mis sentimientos y recuerdos, deposita en mi tu mirada amorosa y permíteme amarme en Ti, para en Ti amar y juzgar mi vida, a los demás y los acontecimientos que suceden a mi alrededor.

CONTEMPLAR: Ciertamente un ciego no puede guiar a otro ciego, ni yo podré ayudar a otro a ser mejor, si no vivo yo mismo un proceso de cambio desde lo más profundo de mi ser. Esto es posible si dejo que el Señor Jesús sane mi mente de recuerdos negativos y mi corazón de experiencias amargas.

La intención de Jesús, al llamar “hipócritas” a su auditorio, más que acusarnos o hacernos sentir mal, es invitarnos a que entremos en nuestro interior y revisemos nuestros criterios y valores, pues a la luz de ellos es que juzgamos a las personas y a los acontecimientos. Si yo no tengo una buena imagen de mí, difícilmente veré la bondad en los demás.

La viga que llevo en mi interior y que muchas veces me impide ver con claridad, se empezó a construir desde la infancia y fue creciendo a base de inseguridades, críticas, rechazos y experiencias amargas que fui acumulando en mi corazón y nublan mi vista sobre las personas, y lo que acontece a mi alrededor.
Necesito de un colirio que limpie mis ojos y un bálsamo que sane mi corazón y ese no es otro más que el AMOR DE DIOS.

ACTUAR: Hoy ante Jesús Eucaristía, haré una revisión de mi vida y pondré ante el Señor Jesús, mi vida para que sane mis heridas y carencias de amor, para poder amar y guiar a mis hermanos hacia Él.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.